El nuevo escenario educativo
Esto se traduce en enormes necesidades y demandas, tanto institucionales y normativas, como de intervención socioeconómica e intercultural. Estas características generales predominantes de la migración hacen que el acceso de los inmigrantes a la educación se produzca mayoritariamente a través de los sistemas de educación pública, especialmente en la ciudad de Santiago donde se concentra cerca del 70%.
Alrededor de un 20% del total de inmigrantes en edad de acceder a algún nivel educacional, primario, secundario o universitario. Aunque no se consigna oficialmente la variable de alumnos extranjeros en los colegios de Chile, datos disponibles del año 2005 mostraban a 18.446 alumnos extranjeros en colegios del país; de ellos, el 85.5% se encontraba en colegios bajo alguna forma de subvención y/o administración o coadministración pública.
Sin contar con una política migratoria explícita y plenamente adecuada a las normativas internacionales, el Estado chileno ha venido sobre la marcha desarrollando diversas acciones y programas hacia los migrantes, a fin de responder a ingentes demandas de inclusión y ejercicios de derechos de éstos, lo cual incluye el ámbito de la educación. Sin embargo, han estado centradas más bien en el acceso al sistema, especialmente de los niños y/o sus familias en situación documentaria irregular, en los niveles pre básico, básico y medio, lo que ha permitido el incremento de alumnos extranjeros en el sistema (DEM Chile: 2003; MINEDUC Chile: 2005; DEM & JUNJI Chile: 2007), aunque subsisten todavía problemas en este ámbito. Sin embargo, el puro acceso, aunque importante, resulta insuficiente para la sana integración social de migrantes y chilenos en el sistema educativo en particular y la sociedad chilena en general, y deja lejos todavía el pleno cumplimiento de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales,suscritos por el Estado chileno.
A pesar de elementos potenciales para ello, como los Objetivos Fundamentales Transversales del Ministerio de Educación, que establecen marcos y principios éticos en consonancia con la normativa internacional, impera todavía en los contenidos de programas educativos públicos la enseñanza de valores y concepciones generados hace casi cien años, basados en la homogeneización y el no reconocimiento de la diversidad, especialmente en una mirada de la historia que exalta lo “nacional”, obviando o aún menoscabando, de hecho, los valores y nacionalidad de muchos de sus alumnos inmigrantes y sus familias.
Esto alimenta las dificultades de convivencia intercultural entre ellos y los alumnos chilenos, y no contribuye a una educación para la paz, no discriminatoria y solidaria, como mandatan tanto los Derechos Humanos consagrados internacionalmente y suscritos por Chile, como los pactos y convenciones internacionales ratificadas por el país, que cuentan con rango de ley establecido constitucionalmente.
Así ocurre, por ejemplo, con la enseñanza histórica de conflictos bélicos pasados entre Chile, Perú y Bolivia, todavía centrada en una mirada de exaltación belicista y menoscabo de la identidad de los niños y sus familias peruanas y bolivianas, dos de las comunidades inmigrantes más grandes actualmente en el país. Existen evidencias de que este tema es uno de los que alimenta los conflictos intraescolares de los niños. En una experiencia que recogió los relatos de un poco más de 100 mujeres inmigrantes en Chile, de 12 nacionalidades distintas y residentes en 6 ciudades del país, un 10% relató graves problemas de discriminación de sus hijos en las escuelas chilenas, que iban desde el menoscabo de su identidad de origen por el programa de historia, referido a la Guerra del Pacífico que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia, hasta la hostilidad violenta de los demás alumnos chilenos por no tolerar su diferencia étnica o cultural, en algunos casos, al grado de que el niño abandona la escuela para regresar a su país de origen, al costo de separarse de la madre que permaneció en Chile.
Otro informe del año 2004, por parte de una entidad civil que trabaja con inmigrantes en tres comunas de la zona norte adyacente al centro de Santiago, señaló que de 200 niños y niñas inmigrantes, el 32% de sus padres manifestó haber sufrido algún tipo de discriminación grave en la escuela, incluso por parte de una profesora jefe y hasta de un Director de colegio,realizado en escuelas chilenas, mostró que el 46% de niños y adolescentes entrevistados consideraron que una o más nacionalidades son inferiores a la chilena; Perú y Bolivia, países especialmente menoscabados en los programas de historia actuales, y de donde provienen la mayoría de los alumnos inmigrantes, concentran más de la mitad de esta discriminación.
Una nota alentadora, sin embargo, es que en los colegios con presencia de alumnos extranjeros, el prejuicio de superioridad hacia una o más nacionalidades disminuyó de 46% a 31%, lo cual evidencia las oportunidades que ofrece una educación integradora.
Se muestra así que, junto a los importantes desafíos, las escuelas presentan también la oportunidad de un espacio privilegiado para la promoción del conjunto de la comunidad escolar, inmigrante y chilena, puesto que involucra, a través de los niños, al conjunto de la familia, y la concepción misma de docentes y directivos sobre diversos temas, entre ellos, muy señaladamente la interculturalidad, la identidad y las migraciones.
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